La verdad es que el macaco Naruto fue quien disparó la cámara, y sin querer se hizo un sonriente selfie que ha dado la vuelta al mundo y seguirá dándola, pués la foto salió logradísima. Pero los intentos primero del propietario de la cámara (el británico David Slater) de hacerse con la autoría de esa foto y luego del grupo People for the Ethical Treatment of Animals (PETA) que demandó al fotógrafo David Slater alegando que quería quitar al macaco sus derechos de autor, no han llegado a buen puerto. El Juez de San Francisco encargado del caso reconoció que en manos del Congreso estaba la posibilidad de extender la protección de los derechos de autor a los animales, pero que en la actual ley todavía no estaban incluidos. De la misma forma, la oficina Norteamericana de Copyright, a la vista del lío ha emitido un comunicado estableciendo que no se registrarán más obras que aquellas que hallan sido creadas por seres humanos.