No me gusta criticar al crítico Es un ejercicio sano… si se hace cabalmente y con un mínimo conocimiento de la materia. Pero en esta ocasión me han tocado … la propiedad intelectual. Y además mal tocada. Últimamente, la propiedad intelectual es la cenicienta del derecho, siempre vapuleada.
La mediática Lucía Etxebarría hace gala de no tener idea de propiedad intelectual en el artículo que el 23 de septiembre publicó en el magacine de LA VANGUARDIA. Me parece increíble que una persona que vive de su capacidad para crear se pronuncie con tamaña frivolidad sobre un tema tan complejo.
Las Leyes de propiedad intelectual no son ambiguas, son flexibles. Tan flexibles que ya se elaboraron teniendo en cuenta el interés público y el derecho de acceso a la cultura. Tan sociales son que el derecho está limitado en el tiempo, tanto que parecen un queso de gruyere, llenas de agujeros que permiten manosearla sin pedir permiso al creador.
Nadie se tira de los cabellos cuando paga un peaje en la autopista, aunque sea para ir a un hospital a atender un paciente o a un juicio a defender al reo. Nadie se escandaliza porque nos cobre un alquiler el propietario de un piso, aunque el que pague lo haga para dar cobijo a su familia. Pero parece que a la Sra. Extebarría le parece mal que una empresa biotecnológica cobre canon por utilizar el resultado de largas y costosas investigaciones (aunque dicho uso sea para nuevas investigaciones sobre el cáncer). Que las pague el Estado, así serán para todos, o no…