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De mangas capirotes. El Tribunal Supremo no va.

Somos conscientes de que el colapso histórico que sufre el Tribunal Supremo –y especialmente, la. Sala de lo Civil -, en relación con el cúmulo de asuntos anuales ante ella presentados, con el consiguiente y enorme retraso en la resolución de los recursos que tanto ha perjudicado la imagen de “justicia” en nuestro país, ha desembocado en la actualidad en un loable propósito de desatascar tal cantidad de asuntos, disminuyendo así el tiempo de resolución de los mismos, y para mejorar esa imagen de justicia tardía que impera en nuestra sociedad. Ahora bien, lo que ese encomiable y plausible designio –que, lógicamente, como juristas, compartimos y aplaudimos- no puede perturbar el orden lógico y el curso natural de los recursos de casación hasta ahora existentes en nuestro Alto Tribunal, eliminando “de un plumazo” recursos que, cuanto menos, merecen claramente superar la fase de admisión para ser objeto de posterior pronunciamiento sobre el fondo. Es lo que nos acaba de ocurrir con un recurso de casación interpuesto en el año 2004. Tras tres años de espera “sólo” para la admisión del recurso, nos encontramos con una inadmisión que, a nuestro entender, y con todos nuestros respetos, resulta absolutamente injustificable y manifiestamente injusta. Por mucho que la Excma. Sala pretenda hacer una limpieza, no es de recibir inadmitir un recurso claramente “admisible”, lo que tampoco era mucho, pues la admisión no era más que un primer paso en toda la larga (en cuanto a tiempo) tramitación de este recurso. Luego quedaba la resolución. De hecho, hasta el propio compañero que defiende los intereses de la parte contraria en este asunto mostró su “solidaridad” con nosotros, y no presentó alegaciones cuando el Tribunal dio traslado a las partes para manifestaciones ante la posible causa de inadmisión que el Tribunal consideró que podía concurrir. Un gesto que le honra, y que no hace más que confirmar que nuestro caso no es un caso aislado, sino que afecta a todo un colectivo: el de los clientes afectados por las inadmisiones masivas del Tribunal Supremo. Lejos de regenerar la imagen y la percepción de nuestra justicia por parte de los profesionales y de los ciudadanos, resoluciones como la indicada del Tribunal la lesionan más todavía.

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