Este domingo la “Revista” de La Vanguardia publicaba un artículo de Manuel Díaz Prieto, titulado “LOS NUEVOS PECADOS”, en el que explica como hace un par de años hubo una reunión de teólogos católicos, celebrada cerca de Roma, en la que tuvo lugar el seminario “Los medios de comunicación en la familia”, donde empezó a plantearse la posibilidad de pecar en internet. Los teólogos llegaron a la conclusión de que internet ofrece la posibilidad de pecar diferentemente. Así los católicos que hagan examen de conciencia no deben olvidar si se han bajado alguna cancioncita, pirateado un programa de software, difundido un virus informático o, chateado hasta altas horas de la madrugada flirteando como locos en vez de estar durmiendo apaciblemente al lado del cónyuge… De la misma forma, los curas católicos deberán preparase para oír en confesión la comisión de pecados tales como enviar e-mails anónimos, enviar spam, hackear los códigos de seguridad de una empresa, descargarse una película ilegalmente, o colgar el último manga para disfrute de lectores gorrones. Lo cual lleva necesariamente a formularse dos preguntas: a) ¿el dueño adolescente de un i-pod, tiene realmente propósito de enmienda cuando confiesa haberse bajado una canción de Black Eyed Peas? b) ¿Cuantos padrenuestros hay que rezar para que le perdonen a uno el haber escrito en un chat que era alto rubio y con los ojos azules, siendo que es bajo, tirando a calvo y con barriga? En cualquier caso, es reconfortante saber que la próxima vez que nos las tengamos que ver con un pirata, no sólo pediremos que se le condene, sino que además le diremos “PIRATA, BARRABAS, EN EL INFIERNO TE VERAS”