No soplan buenos vientos para la SGAE. Y hoy prefiero no buscar razones, que las hay. Hoy quiero felicitar a los blogeros facilones que se les llena el teclado de palabras contra la SGAE a los tres minutos de que un medio de prensa se haga eco -erróneamente- de que la SGAE a pedido el listado de obras interpretadas en un concierto benéfico celebrado en Lorca, en beneficio de los damnificados por el terremoto. Claro, pidió el listado, alguien filtró la increíble noticia y la deducción inmediata digna de notas de prensa en todos los medios es que la SGAE quiere recaudar los derechos de los autores cuyas obras se han interpretado.
Resulta que la SGAE pidió el listado para conocer qué obras estaban implicadas y convocar a sus propietarios (vulgo: autores) para que ellos decidieran si querían condonar o no los derechos. Varias consideraciones merece esta colitis mediática que provoca cualquier movimiento que haga la SGAE.
Ante todo que lo de beneficiar a los demás es una opción personal que no puede venir impuesta por nadie. La SGAE no es nadie para condonar los derechos de sus autores asociados sin su expreso permiso. Y en consecuencia, si los creadores y tirulares de las obras que artistas de toda índole usan y utilizan en beneficio de Lorca (y de su personal imagen) deciden cobrar por ese uso -no condonar-, están en su derecho y no es criticable.
Además, esa inquina facilona vomitada contra la SGAE no veo que se reproduzca contra el que pone las sillas, las gráficas que hacen los carteles, la compañía de seguridad que vigila el evento, el de la paradita de perritos calientes o el que pone las bombillitas de colores. No, a estos nadie les pregunta, nadie les juzga y nadie les critica. Alguno habrá que ha hecho ‘un precio especial’, pero seguro que otros han cobrado.
Y puestos a cobrar, si algo hay que proteger y fomentar es la capacidad inventiva y creativa de las personas, que si algo nos sacará de la miseria en estos tiempos es la innovación.